Para muchas personas, sus animales de compañía, por lo general perros y gatos, son un miembro más de la familia. Ninguna de ellas pensaría en comerse a su ser querido, ¿verdad? Entonces, ¿por qué comer animales igualmente adorables, como los cerdos? Aquí te damos dos importantes razones para dejar a los cerdos fuera de tu plato.
1. Son inteligentes
El cerdo es el quinto animal más inteligente del mundo. Los cerdos son más inteligentes que los perros y son capaces de jugar videojuegos con mayor concentración y éxito que los chimpancés.
También tienen una excelente memoria: si encuentran comida en un lugar, se acordarán de buscar allí la próxima vez. Los cerdos poseen un sofisticado sentido de orientación: pueden encontrar su camino a casa desde largas distancias.
Apenas el año pasado, Amy, una cerdita de cinco meses de edad, fue apodada el “perro estrella” en su clase de agilidad canina. Lee la historia aquí.
2. Sienten dolor y sufren
Los cerdos son seres sensibles, que experimentan alegría, soledad, frustración, miedo y dolor, al igual que los animales con quienes muchos de nosotros compartimos nuestro hogar.
A pesar de esto, la mayoría de los cerdos son mantenidos en crueles granjas industriales. Las cerdas gestantes son confinadas en jaulas de metal tan pequeñas que son incapaces de voltearse. Y los lechones son castrados sin anestesia y, aquellos que se enferman, son estrellados contra el piso.
Aquí puedes ver lo que sucede en las granjas industriales:
Hay una evidente contradicción cuando amamos a algunos animales, mientras que a otros los consideramos “alimento”. Muchos de quienes se oponen a la crueldad animal, pero continúan comiendo animales, justifican sus hábitos alimenticios aferrándose a la idea de que el consumo de carne es necesario para la salud. No obstante, la ciencia es clara: podemos tener una vida feliz y saludable sin comer carne u otros productos de origen animal.
Cuando se trata de animales, la única diferencia significativa entre aquellos que consideramos animales de compañía y aquellos a quienes nos comemos, es cómo los tratamos.
Podemos practicar nuestros valores de bondad y compasión dejando a estas criaturas inteligentes y sensibles fuera de nuestro plato.
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