Hace poco nos enteramos de que la firma Climate Adaptive Genetics estaba desarrollando un procedimiento genético para aclarar el color del cabello de las vacas y mejorar su capacidad para deshacerse de éste y mantenerse frescas en un planeta cada vez más caliente.
Ahora resulta que una compañía en Argentina está trabajando para recolectar las emisiones de metano directamente del estómago de las vacas y en los Estados Unidos un grupo de científicos descubrió que la adición de un compuesto a la alimentación de la vaca podría reducir sus eructos un 30%.
Pero, ¿cuál es el problema con el metano? Como señala una nota publicada en BBC News las vacas son responsables de un tercio de las emisiones de metano en el Reino Unido, según el Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford. El metano, un gas de efecto invernadero, es 25 veces más potente que el dióxido de carbono. Por ello es que algunas firmas están tratando de hacer la ganadería más amigable con el ambiente. ¡Pero conectar tanques a las vacas para capturar sus eructos no es la solución! ¡Esto sólo aumentaría la crueldad de la industria ganadera!
La crianza de animales para el consumo humano hace un uso muy ineficiente de un precioso recurso: el agua. Se necesita la asombrosa cifra de 2,500 litros de agua para producir una libra de carne de vaca y 660 litros de agua para producir una hamburguesa. ¡Con esta cantidad de agua podríamos ducharnos a diario por dos meses! Esto sin contar con que los granos que alimentan a las vacas podrían destinarse para alimentar a los mil millones de personas que padecen de hambre en el mundo.
Si te preocupa el ambiente, la mejor manera para reducir tu impacto es dejar de consumir carne y otros productos derivados de animales. ¡Las próximas generaciones te lo agradecerán! ¡Y los animales también!
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