Fue en marzo de 2020, a inicios de la pandemia mundial por SARS-CoV-2, cuando Miguel y Nani, comenzaron a ver animales amarrados a los árboles de Bogotá, Colombia, su ciudad de residencia. En el futuro cercano, estos animales, al igual que muchos otros, serían llevados en camiones a mataderos, donde serían confinados y luego asesinados para el consumo humano. Sin embargo, la llegada de la pandemia modificó las actividades cotidianas y retrasó, incluso, a estos camiones.
Ante tal escenario, la pareja decidió actuar. Rápidamente, empezaron a liberar terneros que habían sido descartados de fincas productoras de leche por ser machos. Este fue el primer paso para lo que hoy se ha convertido en un santuario dedicado a la protección de animales anteriormente explotados para la producción de alimentos.
Nani y Miguel llamaron Namigni a este santuario, en un juego de palabras que une las partículas de sus nombres. En poco menos de año y medio, han rescatado 60 bovinos, 5 caballos, 5 cerdos, 24 cabras y ovejas, 10 conejos, 40 perros, 12 gatos, y alrededor de 60 aves de diferentes especies.
“Al final, la marca es lo menos importante: lo que realmente cuenta es lo que se hace para brindar a estos individuos el refugio y la protección que se les debe”, nos cuenta Miguel Aparicio, en videollamada con Mercy For Animals.
Al gran esfuerzo que ha implicado la liberación de estos animales, se sumó el trabajo de conseguir donaciones para sostener el proyecto, así como realizar campañas en redes sociales para dar a conocer su lucha.
Su labor ha sido tal, que el veterinario que atendía a los animales en Namigni se sintió profundamente inspirado, al grado de decidir cerrar la granja productora de leche que le pertenecía y que funcionó durante más de 25 años. Así, el pasado 17 de junio fue el último día de las operaciones en la finca.
Desde entonces, el establo de ordeño y la sala de tanque frío para almacenamiento de la leche quedaron inactivos y se convirtieron, sencillamente, en zonas destinadas al cuidado de los animales. Una parte sirve de abrigo, mientras que la otra sirve de bodega para los alimentos.
Como todo gran proyecto, Namigni necesita fondos para poder continuar con sus operaciones, por lo que Miguel, en conjunto con el propietario de la finca, está llevando a cabo una fuerte campaña para obtener recursos:
“Con el cierre de la finca lechera, se integraron al santuario 3 cabras, 1 yegua, 1 burra, 29 vacas lecheras y 3 terneros grandes que estamos tratando de jubilar a través de esta campaña”, nos comparte Miguel.
Para él, todos los animales del santuario “son como hijos”, por lo que hacen todo lo que esté a su alcance para cuidar a su “familia multi-especie”, como él la llama.
“No podemos fallar a estas 29 vacas y a estos 3 terneros. Ni siquiera esta familia quiere regresar a la actividad lechera. En este proyecto, no hay un ‘Plan B’. La única opción es lograr que todas estas vacas y sus hijos se integren formalmente en el santuario (aunque ya están integradas con la manada del santuario). Estamos totalmente comprometidos para cumplir esta misión de una u otra manera, pero no podemos hacerlo solos, necesitamos el apoyo y aporte de todas las personas que también consideren que estas vacas y sus terneros deben ser libres”.
Si quieres conocer más sobre el Santuario Namigni, puedes seguirlos en Facebook y en Instagram.
Si deseas contactarlos, puedes hacerlo mediante su número de Whatsapp +573219266207 o apoyar directamente su campaña, mediante el fondeo internacional en GoFundMe.
La difusión de este tipo de causas es fundamental para que, juntos, cambiemos la vida de miles de animales que sufren en la industria alimentaria. Apoyemos y reconozcamos la increíble labor que están llevando a cabo. Gracias a personas como Nani y Miguel, poco a poco podemos construir un mundo más amable y compasivo para los animales.