Las granjas industriales son lugares sucios e insalubres donde los animales son obligados a vivir amontonados en pequeños espacios, muchas veces sin recibir la luz del sol o ventilación, por lo que son lugares ideales para el brote de parásitos y bacterias.
Las gallinas explotadas por sus huevos son amontonadas en pequeñas jaulas, durante casi toda su vida, donde ni siquiera pueden extender sus alas o caminar. Las aves son obligadas a permanecer sobre sus propios desechos.
En las granjas industriales, muchas veces las gallinas mueren por las pésimas condiciones en que se encuentran y sus restos se pudren junto a las aves que todavía ponen huevos para el consumo humano. Muchas personas desconocen que los huevos contienen la bacteria de la salmonela, y que México es el país más afectado en Latinoamérica por la presencia de salmonelosis. De acuerdo con la Secretaría de Salud, cada año hay un promedio de 68,000 casos de infecciones causadas por salmonela.
Según los tipos y la cantidad de animales que contienen, cada granja industrial puede generar desde 2,800 toneladas hasta más de 1.6 millones de toneladas de estiércol al año. Las imágenes muestran una red de drenaje que arroja millones de galones de desechos no tratados a los estanques aledaños a las granjas. Instalaciones como estas pueden producir más aguas residuales que una ciudad pequeña, y estos desechos pueden contaminar el aire y los suministros de agua locales, poniendo en peligro a las personas que viven en los alrededores.
El intensivo confinamiento al cual son sometidos los animales en las granjas industriales provoca que sufran de continuas dolencias y enfermedades. La mayoría de las gallinas sufren osteoporosis por la gran cantidad de huevos que son obligadas a poner al año y porque prácticamente no pueden moverse. Las aves explotadas por su carne sufren anormalidades en sus patas, cojera e insuficiencia respiratoria por el peso que son obligadas a cargar. Estas mismas enfermedades han hecho que estos animales sean increíblemente susceptibles a otras infecciones.
El estrés crónico al que son sometidos los cerdos, vacas y gallinas también ocasiona una debilidad en su sistema inmune, lo que los hace susceptibles a diversas enfermedades y también representa un mayor riesgo de seguridad alimentaria, lo que incrementa las posibilidades de brotes de enfermedades causadas por bacterias como E. coli o salmonela.
Los trabajadores en las granjas industriales también están expuestos a lesiones, enfermedades respiratorias e infecciones.
Las granjas industriales no solo son dañinas para los animales, también para el planeta y las personas que trabajan en ellas. Entonces, ¿por qué seguir apoyando a la cruel industria pecuaria?
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