la cuarta más consumida de todos los animales terrestres, luego de las vacas, los cerdos y los pollos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tan solo en México y Argentina 3,977,668 cabras fueron asesinadas por su carne en 2017.
Las cabras son probablemente uno de los animales más adorables y juguetones que hay. Lamentablemente, también se encuentran entre los más explotados en el mundo. La carne de cabra es
Existen granjas industriales que confinan a estos animales en muchas partes del mundo, la mayoría en países orientales, pero el consumo de su carne es predominante en países en desarrollo, entre ellos los latinoamericanos. Las cabras en condiciones naturales pueden vivir hasta 18 años, sin embargo para producir lo que se conoce como “cabrito”, se matan a los animales cuando tienen aproximadamente 30 días de nacidos y aún están lactando. Al resto los engordan por unos cuantos meses hasta que llegan a un peso determinado y los usan para la elaboración de varios productos antes de matarlos también.
Una investigación independiente llevada a cabo en 58 mataderos en México revela la cruel realidad para las cabras explotadas como alimento. Estos pobres animales sufren desde el momento en que nacen y son obligadas a vivir en condiciones deplorables. Las cabras tienen tendencia a contraer enfermedades causadas por falta de higiene, presencia de humedad y excremento, condiciones muy comunes en las granjas industriales.
Las enfermedades que estos animales contraen con mayor frecuencia son de origen bacteriano y viral, comúnmente al inhalar o ingerir bacterias como las causantes de la paratuberculosis o la enterotoxemia, padecimientos letales y muy difíciles de eliminar del ambiente, incluso después de que mueren los animales. Como es común en las hembras explotadas reproductivamente, la mastitis es una afección recurrente.
Aquellas que sobreviven las condiciones de negligencia y confinamiento son transportadas a los mataderos, y en la mayoría de los casos son tratadas como si fueran simples objetos. Esta evidencia fotográfica, obtenida en México en 2017, muestra a una cabra recién llegada a un matadero arrastrada con una soga al cuello hasta la superficie donde fue degollada sin aturdimiento previo.
Existen países con regulaciones que exigen el aturdimiento de los animales antes de que sean asesinados, pero la realidad que han dejado ver cientos de investigaciones encubiertas, realizadas por múltiples grupos de defensa de los animales en todo el mundo, es que una cantidad abrumadora de animales están completamente conscientes cuando los matan. Ya sea por falta de equipo de aturdimiento o averías en el mismo, por errores humanos o por crueldad, millones de animales experimentan cada momento de su dolorosa y violenta muerte.
Según la investigación antes mencionada, la situación es particularmente dolorosa para las cabras en México, pues las instalaciones de los mataderos suelen estar equipadas para matar cerdos y vacas, pero no cabras. Aquellas que llegan a estos lugares son matadas sin someterlas a un proceso de aturdimiento, les cortan el cuello en cualquier lugar y dejan que se retuerzan de dolor en el suelo hasta que mueren.
Lo peor de todo es que aún si existiera una forma de asegurarnos de que todos los animales fuesen aturdidos antes de matarlos, esto no garantiza que no sufran durante su muerte. Para empezar, los métodos usados para aturdirlos son disparos, puñaladas en la cabeza o choques eléctricos en los ojos, pero en realidad, no existe una forma humanitaria de matar a alguien que no quiere morir, y hacerlo es innecesario porque los humanos podemos vivir saludablemente y comer delicioso sin tener que lastimar a los animales.
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