En un reciente artículo de opinión en
el New York Daily News, Marta Zaraska, periodista especialista en divulgación
científica, analizó la influencia de la industria de la carne en los estudios
de salud.
En 2011, las ventas anuales de carne
en los Estados Unidos ascendieron a 186 millones de dólares. Eso es más que el
PIB de Hungría. Tanto dinero equivale a poder: el poder de controlar la
política, la percepción pública de la carne e incluso la ciencia.
Zaraska señala:
Si ves un estudio científico que demuestra que el consumo de carne roja no aumenta el riesgo de cáncer o enfermedades cardiovasculares, o que las dietas altas en proteínas [de origen animal] son el camino a seguir, es muy probable que ese estudio haya sido financiado por la industria de la carne.
Lamentablemente, los estudios patrocinados
por la industria de la carne para promocionar sus productos son abundantes. Y las
universidades y científicos respetables no son inmunes a la influencia de
la industria.
Zaraska continuó:
En un estudio de 2009 [que analizó los resultados] de las investigaciones existentes, Dominik Alexander, epidemiólogo del Instituto EpidStat (CO), y otros investigadores que reciben fondos de la Asociación Nacional de Ganaderos y la Junta Nacional Porcícola, declararon: “la evidencia no parece apoyar una asociación independiente entre la ingesta de grasa animal o la ingesta de proteína animal y el cáncer colorrectal”.
Es posible argumentar que un estudio
financiado por la industria de la carne no está necesariamente sesgado. Sin
embargo, los estudios han revelado que la investigación patrocinada por estas industrias,
así como aquella financiada por las industrias farmacéutica, petrolera y tabacalera,
es cuatro veces más propensa a favorecer a su patrocinador que la investigación independiente.
Estudios independientes han demostrado
una y otra vez que los productos animales son peligrosos para nuestra salud.
Apenas en 2015, la Organización Mundial de la Salud clasificó a las carnes
procesadas en el mismo nivel que el tabaco como factor de riesgo de cáncer.
Entonces, ¿qué puedes
hacer para separar realidad de ficción? Ser escéptico, llevar a cabo tu propia investigación
y saber de dónde proviene el dinero que está patrocinando la información que
recibes.
También puedes dejar de consumir carne
y las mentiras de la industria que la comercializa y adoptar una alimentación saludable
y compasiva a base de plantas.
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