Esta es la vida de las hembras explotadas por la industria de la alimentación

La carne, los huevos y los lácteos son productos derivados de la explotación animal, consumidos por millones de personas en todo el mundo. Llenan los estantes de los supermercados y llegan a nuestro plato de forma tan automatizada que no es común preguntarnos qué hay detrás de la elaboración de estos “productos”. La respuesta es una terrible crueldad, pues implica el confinamiento, tortura y explotación de animales forzados a vivir en las peores condiciones posibles. Con mucha frecuencia, las hembras son quienes más sufren.

En las granjas industriales, las hembras son explotadas por sus órganos reproductivos.

Gallinas

En las granjas industriales, las gallinas explotadas por sus huevos son obligadas a vivir en un confinamiento extremo y sometidas a abusos de por vida. Hasta diez gallinas son amontonadas en jaulas, en las que cada una ocupa un espacio similar a una hoja tamaño carta. El espacio es tan limitado que a menudo, las aves quedan atrapadas en los alambres de las jaulas o debajo de las bandejas de alimentación, y no pueden extender sus alas, caminar, anidar ni realizar otros comportamientos propios de su naturaleza. Este confinamiento les provoca cojera, fragilidad ósea y debilidad muscular. Al momento de ser asesinadas, alrededor del 30% de estas aves tiene huesos rotos.

Los dueños de las granjas saben que las condiciones tan estresantes que viven las gallinas provocarían picoteos entre ellas, por lo que al poco tiempo de nacer les cortan la punta del pico, sin darles ningún medicamento para mitigar su dolor. Muchas pollitas mueren de inanición porque el dolor es tan fuerte que no pueden comer.

En condiciones naturales, las gallinas pueden vivir hasta 12 años, pero aquellas explotadas por la industria del huevo son asesinadas alrededor de su segundo año de vida, cuando su producción de huevos disminuye.


Vacas

La publicidad siempre nos muestra vacas que viven felices con sus hijos en campos verdes, una imagen muy lejos de la realidad. Las vacas son explotadas por su leche y su carne, y además de ser privadas de su libertad y sometidas a un confinamiento extremo, ellas padecen constantes abusos físicos.

Al igual que cualquier mamífero, para poder dar leche, las vacas tienen que estar embarazadas y posteriormente dar a luz. En las granjas industriales esto no se da de forma natural. Para que las vacas se embaracen, son inseminadas artificialmente cada año a través de un procedimiento altamente invasivo y estresante en el que usan lo que se conoce como “potro de violación”. Las vacas son forzadas a permanecer en este ciclo constante de embarazo, parto y lactancia durante toda su corta vida.

También son sometidas a manipulación genética intensiva para producir enormes cantidades de leche. Esta producción no es natural, y esto, junto con los daños físicos ocasionados por la maquinaria que se usa para ordeñarlas les causa mastitis, una dolorosa infección que también les produce pus, que es transmitida a la leche consumida por los humanos.

Las vacas no solo son sometidas a abusos físicos, también sufren emocionalmente. Después de dar a luz, son separadas de sus hijos para evitar que el ternero consuma su leche. Los machos son enviados a pequeñas jaulas donde posteriormente serán asesinados por su carne y las hembras enfrentarán el mismo destino que su madre, hasta que después de unos años, su ciclo reproductivo disminuya y también sean asesinadas.

En este desgarrador video se muestra la separación de una madre y su hijo.


Cerdas

Para la industria de la carne, las cerdas son solo máquinas reproductoras. Las cerdas mamás son obligadas a pasar gran parte de su vida adulta en jaulas de gestación y un constante ciclo de inseminación, embarazo y parto. El uso de estas jaulas que mantienen a las cerdas inmovilizadas es una de las peores formas de crueldad animal que existe.

Aunque la expectativa natural de vida de un cerdo es alrededor de 15 años, estas cerdas mamás son asesinadas entre los tres y cinco años de edad porque su cuerpo ya no puede soportar los embarazos y partos constantes.


Las hembras se encuentran entre los seres que más sufren a causa de la explotación industrial de animales. Las industrias de la carne, huevos y lácteos ven su anatomía y su capacidad de reproducción como simple maquinaria, pero no debería ser así. Tú puedes ayudar a evitar su sufrimiento y protegerlas. Haz el cambio hoy y elimina estos crueles productos de tu alimentación