Los congeladores de los supermercados están llenos de paquetes de carne a la venta, pero cuando alguien los compra y se come esa carne, no suele detenerse a pensar en a quién se está comiendo. La publicidad que vemos en los medios masivos de comunicación nos hace olvidar que detrás de un pedazo de carne, estaba la vida de un animal.
2. El consumo de carne afecta la salud
Hoy en día, diversos estudios han confirmado la relación entre el consumo de carne y ciertas enfermedades como diabetes, cáncer colorrectal y padecimientos cardíacos. Incluso en 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso a la carne procesada en la misma categoría de riesgo de cáncer que la exposición al asbesto y fumar cigarrillos.
3. En la carne se esconden muchas cosas asquerosas
En las granjas industriales, los animales son obligados a crecer a un ritmo muy acelerado y sometidos a condiciones deplorables que les provocan heridas y enfermedades que casi nunca son atendidas. De acuerdo con Physicians Committee for Responsible Medicine (PCRM), en la carne de pollo se encuentran contaminantes como heces, químicos tóxicos, superbacterias, colesterol y agentes cancerígenos.
4. La explotación de animales para consumo humano está dañando el planeta
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las emisiones de dióxido de carbono generadas por la explotación de animales como alimento representan alrededor del 15% de las emisiones mundiales producidas el ser humano. Las condiciones ambientales del planeta han alcanzado un estado crítico y necesitamos actuar ahora para evitar un desastre mayor. ¿Sabías que al dejar de consumir productos derivados de la explotación animal, la huella de carbono individual derivada de la alimentación se puede reducir a la mitad?
5. Se desperdicia muchísima agua en la producción de carne
La explotación industrial de animales utiliza del 20% al 33% del agua dulce en el mundo. Para elaborar un kilo de carne de vaca se usan 15,400 litros de agua, mientras que en la producción de un kilo de vegetales se usan en promedio 322 litros. Gran diferencia, ¿no lo crees?